Muchos pensarian que AESKVLAPIVS nació en una oficina de diseño o en una incubadora de startups, pero nació en la intersección entre la necesidad clínica real y la voluntad de construir algo que no existía.
Como médico, es común ver expedientes clínicos electrónicos que son muy genéricos.
Quería construir algo diferente, un sistema que pensara clínicamente como nosotros, que hablara el lenguaje de la UCI, de la urgencia, del seguimiento real de pacientes.
Durante los primeros pasos, se me dificultó desplegar el backend hecho en Django. Aacudí a quienes conocía por otros servicios: Jorge y su hermano, quienes me habían apoyado antes con hardware. No programaban con Python, pero cuando les expliqué la dimensión del proyecto, Jorge no solo entendió: decidió unirse.
Sin saber programar en Python, se integró de lleno al diseño del sistema. Y mientras me las arreglaba para desplegarlo en producción, tomó las riendas de algo que resultó igual de importante: el diseño, la experiencia, la presentación visual del sistema. Todo lo que hoy se ve de AESKVLAPIVS, el frontend, es fruto de su dedicación.
Así se formó nuestra sociedad: sin contratos, sin promesas vacías, solo con visión compartida y trabajo real.
Nunca ha habido fricciones. Cada quien despliega lo que le toca; luego revisamos juntos, hacemos ajustes y seguimos adelante.
Hoy, tras dos años en línea, nos han felicitado expertos de Silicon Valley, donde algunos colegas pensaban que detrás del proyecto había un equipo de 40 personas. Pero somos solo dos.
Y seguimos adelante: queremos que AESKVLAPIVS funcione pronto en hospitales, y poco a poco, integrar más módulos, siempre desde la práctica real y sin caer en lo genérico. Porque la medicina no lo es, y nuestro software tampoco.